Los antibióticos son sustancias naturales, sintéticas o semi-sintéticas capaces de destruir o impedir el desarrollo de algunos tipos de microorganismos, sobretodo bacterias. La aplicación de estos en el campo de la medicina es uno de los avances médicos que más ha contribuido a la salud humana en toda la historia, ya que hasta las primeras décadas del siglo XX las infecciones bacterianas estaban entre las principales causas de muerte en las personas, tanto en niños como en adultos.
Si bien los antibióticos ofrecen resultados muy favorables al combatir las infecciones bacterianas, y en algunos casos sirven también para prevenirlas, es importante recordar que estos medicamentos debemos utilizarlos cuando tengamos evidencia de un proceso infeccioso, cuyos agentes sean susceptibles a el efecto de los antibióticos y que nos puede curar de manera espontánea nuestro organismo.
Lo más importante y que no debemos olvidar cuando seguimos un tratamiento con antibiótico es que el uso indiscriminado de estas sustancias puede generar complicaciones como la resistencia bacteriana, por lo que su administración debe hacerse bajo supervisión médica y solo si el doctor nos lo recomienda.
Recordemos que… Los antibióticos solo curan infecciones causadas por bacterias. No son eficaces para combatir los procesos virales, ni están indicados para ello.
El tratamiento farmacológico debemos cumplirlo tal como lo indica el médico, sin alterar las dosis, la frecuencia de la medicación o la duración de la terapia.
Aunque existen antibióticos de amplio espectro, no cualquiera de estos medicamentos son eficaces contra todas las bacterias. Es importante que el médico especialista nos recomiende la sustancia que brinde mejores resultados eliminando o controlando la bacteria específica que nos está haciendo daño en el organismo.